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Domingo, 9 noviembre 2025
Argentina
6 de noviembre de 2025
REGIONALES

Fruticultura: ¿una actividad en vías de extinción?

Se perdieron 24% de hectáreas en la última década debido a los costos altos, el atraso cambiario y la competencia con el petróleo. Sin embargo, la cosecha 2024-2025 alcanzó un récord de 1,18 millones de toneladas, impulsada por mayor productividad, diversificación y condiciones climáticas favorables

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El Alto Valle de Río Negro fue durante décadas el corazón de la fruticultura nacional, especializado en peras y manzanas que representan una parte significativa de las exportaciones del país. 

Sin embargo, esta actividad tradicional enfrenta un panorama mixto: mientras las hectáreas cultivadas han disminuido drásticamente en la última década, las cosechas recientes marcan récords históricos, impulsadas por mayor productividad y diversificación. 

Productores y cámaras empresariales alertan sobre una crisis profunda, pero también destacan oportunidades de resiliencia. ¿Está la fruticultura en vías de extinción?  La Tecla Patagonia analiza los antecedentes, posicionamientos y demandas del sector.

Antecedentes: de auge a declive, pero con signos de rebote

La fruticultura en el Alto Valle de Río Negro y Neuquén surgió a fines del siglo XIX con la irrigación de canales derivados del río, convirtiéndose en un pilar económico regional.

 En su apogeo, generaba empleo para miles de jornaleros y posicionaba a Argentina como un exportador clave peras y manzanas hacia mercados como Europa, Estados Unidos y Brasil. 
Sin embargo, desde 2013, el sector ha experimentado un declive marcado: se perdieron cerca de 11.703 hectáreas dedicadas a frutales, lo que equivale a una reducción del 24% en la superficie productiva. 

En Río Negro específicamente, las hectáreas destinadas a peras y manzanas cayeron casi un 30% en la última década, con un avance de la concentración de tierras —el 34% de la superficie frutícola está en manos de solo 50 productores— y el abandono de chacras pequeñas. 



Este retroceso se atribuye a factores como el aumento de costos operativos, el atraso cambiario que erosiona la competitividad exportadora, la competencia salarial con industrias como el petróleo en Vaca Muerta y la expansión del fracking, que en diez años creció un 178% en la zona mientras la fruticultura caía un 25%. 

En Río Colorado, por ejemplo, el número de productores activos pasó de 300 a 100 en los últimos años, con hectáreas abandonadas porque "el negocio ya no cierra". 

A esto se suma una crisis histórica de subordinación de los pequeños productores ("chacareros") en la cadena de valor, donde empacadores y exportadores capturan la mayor rentabilidad. 

Pese a esto, la temporada 2024-2025 mostró un rebote notable. La cosecha de peras y manzanas en el Alto Valle alcanzó más de 1,18 millones de toneladas, un récord histórico por segundo año consecutivo y un 9% más que en 2024. 

Las exportaciones de peras crecieron un 18% interanual en el primer semestre de 2025, superando las 47.200 toneladas, y las de cerezas patagónicas excedieron las 6.600 toneladas. 
Esta mejora se debe a una mayor eficiencia, diversificación hacia cultivos como cerezas y nueces, y condiciones climáticas favorables, aunque persisten desafíos como el alto costo laboral (hasta el 55% de los gastos) y la incertidumbre financiera. 

Posicionamientos de Cámaras y Productores: Alarma y Llamado a la Acción

Las cámaras empresariales y federaciones de productores coinciden en diagnosticar una "crisis alarmante" que amenaza la sostenibilidad del sector. La Cámara Argentina de Fruticultores Integrados (CAFI), que representa a grandes jugadores, enfatiza la necesidad de eficiencia operativa y sostenibilidad energética, organizando eventos para líderes empresariales enfocados en estos temas. 

En reuniones con la Secretaría de Fruticultura de Río Negro, CAFI y la Federación de Productores han destacado esfuerzos por mantener la actividad pese a los aumentos de costos y la leve mejora en el consumo interno. 

Por su parte, los productores, especialmente los pequeños y medianos, denuncian una "falta de control y gobierno" que acelera el declive.  La Federación de Productores de Río Negro y Neuquén alerta sobre el cierre de chacras y la pérdida de empleos, con cientos de jornaleros afectados.  Critican la concentración de la tierra y la posición subordinada en la cadena de comercialización, donde los intermediarios capturan ganancias mientras los chacareros asumen riesgos. 

¿Una actividad en vías de extinción?

Aunque el sector no está extinto, expertos y productores lo ven en "peligro de extinción" si no se abordan sus problemas estructurales.  El deterioro económico y social de pequeños productores, sumado a la transformación del paisaje por el avance del fracking, sugiere un cambio profundo: de un modelo familiar a uno más concentrado y diversificado. 
Sin embargo, los récords de producción y exportaciones en 2025 indican resiliencia; no es una extinción inminente, sino una evolución forzada. Como resume un estudio de la FAUBA, el Alto Valle se transforma, pero la fruticultura tradicional podría desaparecer si persisten la pérdida de rentabilidad y la competencia con salarios petroleros. 

Medidas para la resistencia 

Productores y empresarios exigen acciones concretas al gobierno nacional y provincial para restaurar la competitividad. Entre las principales demandas destacan créditos a largo plazo con tasas bajas y plazos de pago adaptados a los ciclos frutícolas, similares a los de competidores internacionales. 

También reclaman compensaciones por la pérdida de rentabilidad debido al atraso cambiario y aumentos de costos, como lo expresaron en un llamado directo al presidente Milei. 



Otras medidas incluyen incentivos para diversificación (hacia cerezas o nueces), mejoras en la cadena de valor para reducir la subordinación de chacareros, y políticas que mitiguen la incertidumbre financiera y el impacto de industrias como Vaca Muerta. 


En diálogo con La Tecla Patagonia, Facundo Fernández, secretario de Fruticultura de Río Negro, sostuvo que “la situación frutícola en la región es compleja, principalmente, por la alta carga impositiva para una actividad que tiene más del 50% de mayo de obra directa y es estacional. Si consideramos la ausencia de créditos de largo plazo y tasas de interés muy difíciles de pagar, estamos ante una situación muy compleja. Principalmente en peras que exportamos el 90%, con un tipo de cambio anclado y muchos impuestos, es complejo pensar en un futuro promisorio si las condiciones no cambian”.

Consultados sobre si se trata de una actividad en vías de extinción, indicó: “No, no es una actividad en vías de extinción. Tenemos en conocimiento para producir, tierra suficiente y agua en abundancia. También tenemos un clima ideal. Para hacerla más competitiva, se necesitan créditos de largo plazo para tecnificación, medidas de ayuda para quienes producen y exportan y una baja de impuestos a economías regionales que además de generar trabajo genuino, producen alimentos”.

La fruticultura del Valle de Río Negro resiste con productividad récord, pero su futuro depende de reformas urgentes. Sin ellas, el sector podría seguir mutando, dejando atrás a miles de familias que forjaron su identidad patagónica.
 

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